Sin dudas el 2020 quedará marcado en la historia como el año en que el mundo entero atravesó una pandemia que nos obligó a encerrarnos, 🏠 en algunos casos, por tiempo indeterminado ¿Cómo olvidarlo? En ese contexto de incertidumbre y crisis, las organizaciones y empresas se vieron en la obligación de proponer una nueva manera de enfrentar el día a día para seguir produciendo: llevar el trabajo a casa. Si bien esta modalidad ya existía; el aislamiento forzado se volvió un trampolín para que lograra masividad. 

Aunque posiblemente las condiciones de implementación no fueron las óptimas, lo cierto es que fue una solución que funcionó no sólo a modo de parche provisorio sino que además, terminó siendo una alternativa vista con buenos ojos para empleados y empleadores 💻. Una especie de luz al final del túnel. Tal es así que a de 3 años de la pandemia, son incontables las empresas que lo adoptaron de forma permanente o bien ofrecen la posibilidad de trabajo híbrido, combinando el formato presencial con el home office. 

En la actualidad, gracias a los avances tecnológicos, las herramientas digitales y la conectividad, el teletrabajo es una realidad mucho más tangible que viene a romper estructuras y ofrecer algunas ventajas tanto para la empresa como para los colaboradores:

• Mayor flexibilidad en cuanto a horarios y lugar de trabajo.
• Ahorro de tiempo y dinero en desplazamientos.
• Mayor autonomía y responsabilidad para el trabajador.
• Reducción de costos para las empresas en infraestructura y servicios.
• Posibilidad de contratar personas de cualquier lugar del mundo.
• Reducción del estrés y la fatiga.
• Mayor productividad y concentración.

🟡 Ahora bien, no todo lo que brilla es oro. Hay que decirlo, también existen algunos aspectos negativos que puede generar cierto recelo a la hora de implementar el trabajo desde casa, entre los que podemos mencionar:

• Posibilidad de desconexión social y aislamiento.
• Falta de supervisión y control por parte de la empresa.
• Dificultad para desconectar del trabajo y establecer límites.
• Riesgo de distracciones en el hogar.
• Dependencia de herramientas digitales que pueden fallar o presentar problemas técnicos.

Ante este panorama, podemos resolver que el home office puede mejorar la eficiencia y reducir costos en las empresas, siempre y cuando se gestione correctamente. Con una buena planificación, comunicación y tecnología adecuada, puede mejorar la calidad de vida y la productividad de los trabajadores 📈, al mismo tiempo que aumenta la competitividad de la empresa en un mundo cada vez más digital. Por eso podemos decir que llegó, al menos para patear el tablero, replantearnos viejos modelos de trabajo y proponer un cambio de aire. Si es una tendencia permanente o una moda pasajera, sólo el tiempo lo dirá.