Remontémonos millones de años atrás, al origen de todo, cuando aparecían los primeros humanos poblando la Tierra. Su postura encorvada, su rudimentaria forma de comunicación, su forma de vida. Visualicemos ahora el espacio que nos rodea en este instante, posiblemente con un smartphone en la mano y bebiendo un café preparado automáticamente por una máquina ¿Qué diferente se ve todo, no?

Estos cambios que percibimos, y tantos otros que no llegamos a dimensionar, son producto de la innovación. De algún individuo que mediante la introducción de “algo” que no existía previamente, aportó una solución: el fuego, la rueda, el lenguaje, la radio, Internet, hasta una lapicera, lo que sea. Imaginemos seguir viviendo como si nada de esto hubiera sido inventado… Así como en todos los aspectos de la vida, también en el ámbito de las empresas y los negocios, estamos atravesados y nos enfrentamos a permanentes transformaciones que nos obligan a estar en constante movimiento. 

En un mundo cada vez más vertiginoso y demandante, es incluso absurdo pensar que podemos anclarnos y descansar en alguna fórmula que otrora resultó exitosa. Se nos proponen actualizaciones constantes y es crucial tomarlas e implementar algunas cuantas cosas nuevas más para garantizar la permanencia. De lo contrario, es probable que asistamos a la muerte de la organización. La inacción lleva directamente al fracaso. Quizás el ejemplo más claro es Blockbuster, un gigante que no supo adaptarse y reinventarse a tiempo. 

La innovación empresarial, entendida justamente como la introducción de algo nuevo al espacio laboral, ya sea un producto, una tecnología, una metodología o una estrategia, etc.; tiene como objetivo revitalizar la empresa, hacerla competitiva y marcar un camino de crecimiento y éxito. Además de producir un nuevo valor para los clientes a través de los cambios generados. 

Claro está que no es un asunto fácil y requiere de mucho esfuerzo. Si bien no existe una fórmula mágica para introducir la innovación exitosamente, su implementación será más favorable si se vincula con objetivos de crecimiento, si se administra bien el riesgo y se prioriza a la hora de escoger qué iniciativas impulsar; si se descubre el “problema” del cliente y la tecnología adecuada para resolverlo y si se logra evolucionar el modelo de negocio hacia estas premisas, según un estudio realizado por Mckinsey al respecto.

Innovar es la llave para sostenernos con vida a lo largo de los años y lograr el éxito atravesando generaciones. Es importante porque permite mantenernos al día con las necesidades de los clientes, destacarnos entre la competencia, usar la tecnología a nuestro favor, ser más eficientes e incluso anticiparnos al futuro. 

En resumen, no importa el tamaño ni la trayectoria de tu organización, lo que sí es fundamental es no estancarse y quedarse en la zona de confort, por el contrario tener la mente abierta a los cambios y adaptarse al mundo que nos rodea para no morir en el intento.

Te interesa el tema, ingresa a ver nuestra Maestría